Publicado en La Verdad: Casi cien inmigrantes sin papeles acampan en el centro de Murcia
Los cerca de cien extranjeros se lavan, afeitan y tienden la ropa la zona verde y usan el río como aseo
La presidenta de la asociación del barrio de Cruz Roja, María Victoria Villaplana, se convirtió ayer en su portavoz para denunciar la situación de insalubridad en la zona. "La gente está indignada. Hacen sus necesidades en la calle y no se pueden abrir las ventanas porque no se puede respirar", denunció.
«Al no tener baños utilizan papel de periódico para hacer sus necesidades, y luego lo tiran a las papeleras del parque», comenta una vecina.
Se trata de subsaharianos sin papeles que, tras haber pasado por los centros de internamiento de Canarias, han sido trasladados a Murcia, donde después de una primera acogida en el albergue de Jesús Abandonado, se encuentran sin vivienda y sin trabajo.
Cerca de un centenar de inmigrantes de origen subsahariano han convertido el jardín Chino, en pleno centro de la capital murciana, en el campamento desde el que salen cada madrugada a buscar trabajo a la parada de El Rollo, donde es posible ser recogido por una furgoneta que garantiza, al menos, el salario de una jornada en el campo.
Han sido invisibles, de forma milagrosa, durante más de dos meses. La situación, sin embargo, se ha convertido ya en insostenible. Los vecinos de la zona dudan y pasan bruscamente de la solidaridad a las quejas por la suciedad del parque, cuyos bancos son empleados como improvisadas literas y donde, mezcladas con los colchones, se pueden ver incluso tiendas de campaña. No es la primera vez.
Todavía no se ha cumplido un año desde que el Ministerio de Trabajo y la Comunidad Autónoma se comprometiesen a hacerse cargo de los inmigrantes que llegaban a la Región desde los Centros de Internamiento de Ceuta, Melilla o Canarias, y los siete millones y medio de euros comprometidos desde Madrid parecen ya insuficientes. La red de alojamientos de la Comunidad, que dispone de cerca de 450 plazas, está desbordada.
Según Basilio, Director General de Inmigración, las 450 plazas que ofrece la red de acogida formada por las diferentes asociaciones de inmigrantes son suficientes para atender las necesidades de los 180 inmigrantes subsaharianos que han venido desde el pasado mes de enero a través del citado convenio, pero no para los que llegan por su cuenta desde otras provincias, atraidos por la idea de que en Murcia es fácil encontrar un trabajo.
Los inmigrantes han cumplido ya los cuarenta días de reclusión en un Centro de Internamiento de Extranjeros. La mayoría en los centros de Canarias, Ceuta o Melilla. Una vez en Murcia, son conducidos a los centros y pisos de acogida de la Comunidad, como Jesús Abandonado o Cepaim.
Los inmigrantes, sin embargo, no pueden pasar más de un mes en estos centros. En algunos, esta limitación es de quince días. Pasado ese plazo, quedan en la calle con una orden de expulsión que no se puede hacer efectiva porque no existen convenios de repatriación con sus países de origen o, simplemente, porque no hay forma de saber de dónde proceden.
Sin dinero, sin papeles y, en la mayoría de las ocasiones, sin saber una palabra de español, las posibilidades de conseguir un empleo y valerse por sí mismos son remotas. Es entonces cuando aparece el jardín Chino como una estación más en este peregrinaje por desiertos burocráticos.
Ellos mismos no entienden nada. Es el caso de Ibrahim. Salió de Mali hace ya dos años y lleva más de dos meses compartiendo uno de los colchones que ya forman parte del escenario de la ciudad. Apenas ha trabajado tres días en dos meses y cada día acude a los comedores sociales de Jesús Abandonado. Ahora, además, recibe una botella de leche, agua y alimentos de primera necesidad de Cruz Roja.
Como él, los cerca de cien 'sin papeles' hacen su vida cotidiana en el parque, donde se afeitan, cortan el pelo o tienden su ropa. El río se ha convertido en su cuarto de baño.
Es entonces cuando surgen los conflictos con los vecinos. La presidenta de la asociación del barrio de Cruz Roja, María Victoria Villaplana, se convirtió ayer en su portavoz para denunciar la situación de insalubridad en la zona. "La gente está indignada. Hacen sus necesidades en la calle y no se pueden abrir las ventanas porque no se puede respirar", denunció.
La responsable de Inmigración de la Delegación del Gobierno asegura que la acogida a estos subsaharianos corresponde a la Comunidad Autónoma, y recuerda los 11,1 millones de euros que la Comunidad ha recibido este año del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales para las necesidades básicas e integración de los inmigrantes: «A cualquier ciudadano de Murcia que le digas que el Ministerio ha entregado 2.000 millones de pesetas para inmigración y no saben qué hacer con los inmigrantes del Jardín Chino no se lo cree», indica esta fuente.
Cerca de un centenar de inmigrantes de origen subsahariano han convertido el jardín Chino, en pleno centro de la capital murciana, en el campamento desde el que salen cada madrugada a buscar trabajo a la parada de El Rollo, donde es posible ser recogido por una furgoneta que garantiza, al menos, el salario de una jornada en el campo.
Han sido invisibles, de forma milagrosa, durante más de dos meses. La situación, sin embargo, se ha convertido ya en insostenible. Los vecinos de la zona dudan y pasan bruscamente de la solidaridad a las quejas por la suciedad del parque, cuyos bancos son empleados como improvisadas literas y donde, mezcladas con los colchones, se pueden ver incluso tiendas de campaña. No es la primera vez.
Todavía no se ha cumplido un año desde que el Ministerio de Trabajo y la Comunidad Autónoma se comprometiesen a hacerse cargo de los inmigrantes que llegaban a la Región desde los Centros de Internamiento de Ceuta, Melilla o Canarias, y los siete millones y medio de euros comprometidos desde Madrid parecen ya insuficientes. La red de alojamientos de la Comunidad, que dispone de cerca de 450 plazas, está desbordada.
Según Basilio, Director General de Inmigración, las 450 plazas que ofrece la red de acogida formada por las diferentes asociaciones de inmigrantes son suficientes para atender las necesidades de los 180 inmigrantes subsaharianos que han venido desde el pasado mes de enero a través del citado convenio, pero no para los que llegan por su cuenta desde otras provincias, atraidos por la idea de que en Murcia es fácil encontrar un trabajo.
Los inmigrantes han cumplido ya los cuarenta días de reclusión en un Centro de Internamiento de Extranjeros. La mayoría en los centros de Canarias, Ceuta o Melilla. Una vez en Murcia, son conducidos a los centros y pisos de acogida de la Comunidad, como Jesús Abandonado o Cepaim.
Los inmigrantes, sin embargo, no pueden pasar más de un mes en estos centros. En algunos, esta limitación es de quince días. Pasado ese plazo, quedan en la calle con una orden de expulsión que no se puede hacer efectiva porque no existen convenios de repatriación con sus países de origen o, simplemente, porque no hay forma de saber de dónde proceden.
Sin dinero, sin papeles y, en la mayoría de las ocasiones, sin saber una palabra de español, las posibilidades de conseguir un empleo y valerse por sí mismos son remotas. Es entonces cuando aparece el jardín Chino como una estación más en este peregrinaje por desiertos burocráticos.
Ellos mismos no entienden nada. Es el caso de Ibrahim. Salió de Mali hace ya dos años y lleva más de dos meses compartiendo uno de los colchones que ya forman parte del escenario de la ciudad. Apenas ha trabajado tres días en dos meses y cada día acude a los comedores sociales de Jesús Abandonado. Ahora, además, recibe una botella de leche, agua y alimentos de primera necesidad de Cruz Roja.
Como él, los cerca de cien 'sin papeles' hacen su vida cotidiana en el parque, donde se afeitan, cortan el pelo o tienden su ropa. El río se ha convertido en su cuarto de baño.
Es entonces cuando surgen los conflictos con los vecinos. La presidenta de la asociación del barrio de Cruz Roja, María Victoria Villaplana, se convirtió ayer en su portavoz para denunciar la situación de insalubridad en la zona. "La gente está indignada. Hacen sus necesidades en la calle y no se pueden abrir las ventanas porque no se puede respirar", denunció.
La responsable de Inmigración de la Delegación del Gobierno asegura que la acogida a estos subsaharianos corresponde a la Comunidad Autónoma, y recuerda los 11,1 millones de euros que la Comunidad ha recibido este año del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales para las necesidades básicas e integración de los inmigrantes: «A cualquier ciudadano de Murcia que le digas que el Ministerio ha entregado 2.000 millones de pesetas para inmigración y no saben qué hacer con los inmigrantes del Jardín Chino no se lo cree», indica esta fuente.
Unos centricos jardines de Murcia se han covertido en zona de acampada y letrinas libres.
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