Violencia legítima
Al estado –al gobierno, en la práctica– se le reconoce el monopolio de la violencia legítima, esto es, en defensa de la ley, de la libertad y la seguridad de los ciudadanos. Con esa condición implícita, las víctimas de los atentados terroristas han reprimido su ira y su venganza, han renunciado a la legítima defensa, pensando en que ésta la ejercería el estado, haciendo justicia.
Pero, ¿qué sucede cuando el gobierno se convierte en auxiliar de los delincuentes, cuando los defiende, cede a sus exigencias a costa del estado de derecho, manipula la justicia a favor de los asesinos, trata de acallar y desacreditar a las víctimas? ¿Qué sucede cuando corona el crimen sangriento con la burla sangrienta llamada "proceso de paz"?
Pues sucede que el gobierno pierde su legitimidad para el empleo de la violencia, la cual pasa a ser despótica; y queda legitimada, en cambio la resistencia y la desobediencia de los ciudadanos. Que los ciudadanos usen o no métodos violentos en legítima defensa contra el despotismo deja de ser una cuestión de principio y pasa a ser sólo una cuestión de conveniencia.
Hoy, los esfuerzos deben concentrarse en ganar a esa opinión pública desconcertada y desmoralizada por políticos envilecidos, y organizarla contra la Alianza de los Infames. Sólo así evitaremos que la desesperación o el cálculo deriven a una violencia generalizada, causada por un gobierno que ha perdido toda legitimidad.
Autor: Pio Moa Recordamos que el autor de esta reflexión no tiene nada que ver con La Falange, tan solo nos parece interesante su comentario.
La foto muestra la proxima campaña conjunta de Alianza Nacional y La Falange en la región de Murcia
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